25 jun 2013

Llorar. Llorar todo el dia. Por nada. O mejor...por todo. Llorar por miedo. Eso es todo lo que hago. A la mañana, a la tarde, a la noche. Lloro.
¿De qué sirve? No sirve de nada, pero es la unica solución que encuentro.



Quisiera entenderme, entender que pasa.

5 comentarios:

  1. a decir verdad también he llegado a sentirme así alguna vez pero creo que lo mejor es sacarlo todo fuera para después al menos estar más tranquilo(a)

    Un beso

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  2. Te entiendo. Me esta pasando justamente ahora, y que no sé porque me siento asi :( Es feo el sentimiento pero que alguien te diga que te entiende sirve como un poquito de consuelo
    Un beso Pilu, nos estamos leyendo.

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  3. debes llorar solo una noche, al otro día, Hacer que las lagrimas se conviertan en risas como seaa.... no desaproveches el tiempo, disfrutalo! Abri tu mente y vas a ver que "esto tambien pasara"
    Beso linda, y mil sonrisas que borren esas lagrimas

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  4. El abismo más insalvable es el que se abre en la más estrecha línea. Lo que está lejano puede alcanzarse, pero lo inalcanzable está siempre a un paso.
    El abismo separa no por su anchura, sino por su profundidad. Aparentemente, el otro lado está a la mano, a un pequeño salto.
    Esa es la ambigüedad del abismo. Parte de su fuerza procede de su engañosa estrechez, de la cercanía con que nos ofrece la otra orilla. Podemos verla, imaginarnos en ella, casi tocarla. Un casi que es un infinito. Ésa es su añagaza, pues lo que cuesta, pero vemos cerca, lo dejamos sin realizar, porque pensamos que siempre, en cualquier momento podremos realizarlo.
    Platón hablaba de un abismo entre el mundo sensible y el inteligible. ¿ Por qué ?, ¿ no indica su imagen de la línea precisamente la continuidad entre ambos ? Ambas cosas no se excluyen, el abismo mantiene la continuidad porque su separación no es longitudinal, sino profunda. Saltar esa fosa supone un esfuerzo especial, y transfigura a la persona.
    Un modo del abismo es la distancia entre pensamiento y acción. El pensamiento, la imaginación, la fantasía, es algo que permite el abismo, a lo que incita el abismo. Pensamos, imaginamos, fantaseamos como si estuviéramos ya en el otro lado. Marginamos en nuestra mente la acción, la damos incluso por supuesta. Y, si nos decidimos a ejecutarla alguna vez, nos damos cuenta entonces de una extraña e invencible resistencia, con la que no habíamos contado. Hay miedo, o hay pereza, y nos traban los pies.
    Me pregunto por qué no saltamos los abismos. Si hay alguna imposibilidad dictada por nuestro destino individual ( entonces " insalvable " o " invencible resistencia " no son exageraciones ) o si se trata, como parece a primera vista, de una elección costosa ( entonces sí lo son ).
    Y también me pregunto por los abismos no saltados nunca. Son las vidas que pudimos vivir y no vivimos, y destilan un dolor especial las noches de insomnio. Cuando alcanzamos lo que amamos con toda el alma ya no seguimos buscando. Creo que, de algún modo, esos abismos son un adelanto de la muerte.


    Un beso.

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